viernes, 18 de julio de 2014


En Medellín existe un barrio que lleva el nombre del narcotraficante, en donde le rinden tributo.
Casi veinte años después de la muerte de Pablo Escobar, el mayor narcotraficante de la historia de Colombia conserva un feudo en su ciudad natal, Medellín, donde los habitantes del barrio que lleva su nombre profesan por él una fe ciega que camufla el pasado violento del capo.
“Bienvenidos al barrio Pablo Escobar. ¡Aquí se respira paz!”, reza el desconcertante mural que preside la entrada al barrio que fundó el jefe del cartel de Medellín para acoger a personas que malvivían en un vertedero, en plena campaña para ser elegido como representante en el Congreso de la República en 1982.
Sus habitantes tienen muy claro quién les entregó las casas: “¿usted se imagina salir de un basurero para recibir una casa digna? Eso sólo lo daba Pablo Escobar, ¡que era un hombre bueno!”, explicó a Efe Wberney Zabala, presidente de la Junta de Acción Vecinal del barrio. Fue precisamente Zabala quien pintó hace unas semanas el mural, que está custodiado por dos imágenes del rostro de Escobar “para recordar a los políticos de Medellín quién entregó estas casas”.
El líder comunal explica que el barrio, oficialmente conocido como “Medellín sin Tugurios” ya que la administración no admitió su denominación popular, carece de todo tipo de servicios: escuela, cancha de fútbol y lo atribuye a una especie de venganza de los poderes públicos por no querer renunciar al nombre. “Uno puede renunciar a muchas cosas pero nunca a la dignidad, este barrio lo hizo Pablo Escobar y la historia no se puede cambiar”, afirmó Zabala. Cada noche, pocos minutos antes de las nueve, el barrio pierde su habitual vitalidad y se paraliza.
Sus habitantes, pequeños y mayores, se congregan en las casas alrededor de los televisores para ver la telenovela “Escobar, el patrón del mal”, que ha creado verdadero furor en el Pablo Escobar. Furor pero también discordia: a muchos les duele revivir los crímenes del capo del cartel de Medellín y buscan justificarle como un hombre “bueno” que tuvo que llegar a esos límites.
“De lo que están presentando en esa novela hay mucha cosa que no es la realidad, de tanta violencia, tanta agresión, pero las cosas buenas no todas las muestran, como la historia de este barrio o de otros que fundó en Itagüí o Manizales”, explicó a Efe Iván Hernández, antecesor de Zabala y uno de los fundadores del barrio.
Zabala, más joven que Hernández, tiene un recuerdo parecido: “él era una persona sonriente, muy educado, muy formal, simpático, a todo el mundo saludaba, abrazos, besos y le colaboraba a mucha gente”. Los 4.000 asesinatos que de acuerdo a estimaciones oficiales perpetró el cartel de Medellín en las décadas de los ochenta y noventa son, según estos vecinos, resultado de las circunstancias.

“A lo último ya le cambió el genio porque se sentía cansado, acorralado y le obligaron a entrar en muchos problemas. Pablo ya no podía salir de allí y por eso cambió de manera de ser, pero él era una persona muy humanitaria”, justificó Hernández. Ambos tienen algún recuerdo de Escobar en sus casas: Zabala un cuadro pintado donde el narcotraficante aparece junto al escudo del Deportivo Independiente Medellín, su equipo de fútbol favorito, mientras que Hernández tiene un retrato suyo enmarcado.
Irene Gaviria, otra de las fundadoras del barrio, también tiene varios retratos de Pablo en su casa y no duda en enseñarlos con orgullo al visitante mientras fantasea con lo “lindo que era Pablo”, sobre todo “cuando se afeitaba y se organizaba, que era un tipazo”. La octogenaria también tiene un buen recuerdo de quien le regaló la casa donde vive y defiende que “si hizo algo malo el Gobierno mismo tuvo la culpa porque lo atacó”, al afirmar orgullosa que “fue tan bravo que le corrió diez años a la ley”. Aunque aseguran que la fuerza pública les requisó muchos de los recuerdos durante el verano de 1992, cundo buscaban a Escobar tras su sonada fuga de “La Catedral”, la cárcel en la que estaba confinado, aún conservan un buen número de imágenes del narcotraficante a las “que oran y rezan”, explicó Hernández.
“Nosotros no tenemos la culpa de los crímenes que él cometía o pagaba para que hicieran, nosotros vivimos agradecidos por lo que hizo y (tenemos) nuestro respeto a las familias que le guardan rencor”, confesó el líder comunal.

miércoles, 16 de julio de 2014

Documental cuestiona la versión oficial de la muerte de Pablo Escobar













Por medio de entrevistas, testimonios y reconstrucciones de los hechos, un nuevo informe plantea la posibilidad de que el narcotraficante colombiano haya sido asesinado por Los Pepes.

Un nuevo documental que se estrena el domingo en la noche en el canal de cable Infinito en México, Venezuela, Colombia, Chile y Argentina, examina a fondo el papel que jugó el grupo ilegal Los Pepes, acrónimo de Perseguidos por Pablo Escobar, en ayudar a las autoridades para dar de baja al sanguinario jefe del cartel de Medellín.
Producido por Julián Rousso, Sebastián Gamba, Matías Gueilburt y Nicolás Entel, el filme cuenta con múltiples entrevistas en Colombia y los EEUU así como imágenes de archivo tomadas en varios casos de noticieros de la época.
“Para Colombia fue sacarse el estigma, la espina, era un cáncer perdidamente Escobar en Colombia, era de lo único de lo que se hablaba durante los años 90″, dijo Pablo Galfre el jueves en entrevista telefónica desde Buenos Aires, y quien fue encargado de la producción periodística del documental llamado “¿Quién mató a Pablo Escobar?”.
“El tema (la ayuda de los Pepes) prácticamente no se ha tocado, en Colombia nadie ha puesto en duda esta cuestión”, agregó el productor del documental nominado al Emmy “Confesiones de un sicario”.
Figuras clave en la caída de Escobar como el presidente colombiano César Gaviria Trujillo; el general Hugo Martínez Poveda, entonces comandante del colombiano Bloque de Búsqueda; Joe Toft, ex jefe de la DEA en Colombia, y el ex agente de la DEA Javier Peña fueron entrevistados acerca del operativo que le dio la muerte al capo del narcotráfico.
En algún momento Toft lamenta que para lograr la muerte de Escobar se hubiera recurrido a grupos mafiosos.”Me hubiera gustado mucho más que atrapáramos a Pablo Escobar sin que estuviera involucrado el cartel de Cali y Los Pepes”, dice Toft en la producción. “Eso me dejó un muy mal sabor de boca porque no sólo fue una victoria para las autoridades sino que fue más una victoria para el Cártel de Cali”, agrega. “Todos los organismos de inteligencia del mundo reciben información de criminales, las valoran, tienen que saber, pero eso no significa que sean cómplices de los criminales”, dijo Gaviria sobre la posible colaboración de estas organizaciones delictivas.
Pablo Escobar fue abatido en diciembre de 1993 por un escuadrón del Bloque de Búsqueda, conformado por la Policía Nacional, el Ejército y los cuerpos antidroga de los EEUU, en un tejado de un barrio de Medellín. La foto de Escobar descalzo, con la camiseta levantada mostrando su abdomen, rodeado por oficiales sonrientes, se quedó fija como el punto final a la vida del perpetrador de los peores ataques de narcoterrorismo en su propio país.
Para el documental también fueron entrevistados los periodistas Astrid Legarda, Natalia Morales, Juan Diego Restrepo y Santiago La Rotta, así como el ex narco Carlos Ramón Zapata, quienes también dijeron que Los Pepes fueron cruciales para dar información que llevó a acorralar al narco. “Analizamos quienes son Los Pepes, cómo se formaron, quienes eran y a partir de las entrevistas y, sobre todo, de los archivos desclasificados de la DEA y el Departamento de Estado de los EEUU. Hubo una relación más importante de la que siempre se dijo entre Los Pepes y el Bloque de Búsqueda, que no fueron simples informantes sino que trabajaban a la par”, dijo Galfre.

Mark Bowden autor del libro “Killing Pablo”, un detallado recuento de la caída de Escobar, quien no participó en el documental, sostiene que sólo las fuerzas del gobierno colombiano y posiblemente de los EEUU participaron en el operativo final para encontrar a Escobar. “Lo que sé es que la forma en la que fue ubicado, acorralado y asesinado sólo involucró a la policía colombiana y posiblemente a asesores estadounidenses”, dijo Bowden en entrevista telefónica desde Filadelfia. “Yo diría que los Pepes no lo hicieron definitivamente, pero facilitaron que ocurriera”.

Pequeña Biografia


Proveniente de tradicionales y distinguidas familias antioqueñas de los municipios de Rionegro (los Escobar), Envigado (los Echeverri), Frontino (los Gaviria) y San Andrés de Cuerquia (los Berrío).7 Fue el tercero de un hogar de siete hijos, sus padres fueron Abel de Jesús Escobar Echeverri, ganadero y agricultor, y Hermilda de los Dolores Gaviria Berrío, una destacada maestra rural. Sus hermanos en orden de nacimiento fueron: Roberto de Jesús, alias El Osito, Gloria Inés, Argemiro, Alba Marina, Luz María y Luis Fernando (el menor, nacido en 1958 y asesinado a los 19 años en 1977). Su abuelo materno, Roberto Gaviria Cobaleda, ya le había precedido en actividades por fuera de la ley, pues fue un renombrado contrabandista de Whisky en épocas en que éste era ilegal (principios del siglo XX). El mencionado Roberto Gaviria fue también el abuelo del abogado y político colombiano José Obdulio Gaviria, ex asesor del presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez, quien es por lo tanto, primo-hermano de Pablo Escobar.8 En entrevista concedida a la televisión nacional del entonces (años 80), Pablo Escobar manifestaba sobre sus orígenes lo siguiente: « Pues mi familia no tuvo unos recursos económicos importantes y vivimos dificultades como las que vive la mayoría del pueblo colombiano, entonces no somos ajenos a esos problemas, los conocemos profundamente y los entendemos.»Sin embargo, varios de sus antepasados, así como de sus familiares más inmediatos se destacaron como políticos, empresarios, ganaderos y figuras de la élite antioqueña,9 por lo cual sus presuntos “orígenes populares”, que han sido erróneamente difundidos, no corresponderían a la realidad. Entre su extensa parentela vale mencionar a Isabel Gaviria Duque, Primera Dama de la Nación de1910-1914, esposa de Carlos E. Restrepo quien fue presidente de Colombia durante ese período. Su padrino de bautismo fue el reconocido diplomático e intelectual colombiano Joaquín Vallejo Arbeláez. En la parroquia de Rionegro reposa su partida que dice:

Hermilda Gaviria Berrío, fallecida en octubre de 2006, madre de Pablo Escobar Gaviria y tía de José Obdulio Gaviria. Ella fue una figura preponderante en la vida del capo colombiano.
« En la Parroquia de San Nicolás de Rionegro, a cuatro de diciembre de mil novecientos cuarenta y nueve, el Pbro. Juan M. Gómez, bautizó a un niño que nació el primero del presente, a quien puso el nombre de PABLO EMILIO, hijo legítimo de Abel de Jesús Escobar y Hermilda Gaviria, vecinos de ésta parroquia. Abuelos paternos: Pablo Emilio Escobar y Sara María Echeverri. Abuelos maternos: Roberto Gaviria e Inés Berrío. Padrinos: Joaquín Vallejo y Nelly Mejía de Vallejo, a quienes se advirtió el parentesco espiritual y sus obligaciones. Doy fe. Agustín Gómez. Cura. NOTA MARGINAL DE CONFIRMACIÓN. Confirmado en la Basílica Menor por el Excmo. Sr. Alfonso Uribe Jaramillo, el veintiuno de octubre de mil novecientos cincuenta y dos. Padrino: Gustavo Gaviria. Doy fe. Juan M. Gómez, Pbro. NOTA MARGINAL DE MATRIMONIO. Casose en Palmira, Valle, parroquia de La Stma. Trinidad, el veintinueve de marzo de mil novecientos setenta y seis. Testigos: Alfonso Hurtado y Dolores de Vallejo. Se casó con Victoria E. Henao. Doy fe. Mons. Samuel Álvarez Botero. »

Infancia y juventud
Según testimonio de su madre, Escobar empezó a mostrar perspicacia y astucia desde cuando cursaba la primaria; ya a inicios de la secundaria, se hizo evidente otra de sus cualidades, su liderazgo, que en aquel entonces era por la defensa de sus compañeros frente a la autoridad del colegio. Escobar y su primo (Gustavo Gaviria Rivero) hacían pequeños negocios en el Liceo “Lucrecio Jaramillo Vélez”, (Hoy Liceo de la Universidad de Antioquia) donde ambos estudiaban. El más rentable de éstos fue el intercambio de cómics o revistas de muñequitos. También hacían rifas, vendían exámenes, prestaban dinero a bajo interés, así pues empezó a desarrollar su habilidad para los negocios y el comercio, la cual, a los 18 años la tenía totalmente consolidada. En 1969 terminó el bachillerato en el mencionado Liceo, entonces fue admitido para cursar estudios en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín en la cual estudiaban varios de sus primos Gaviria, entre esos José Obdulio, pero finalmente optó por retirarse ya que prefirió dedicarse a sus negocios personales.
Matrimonio e hijos
Su esposa fue María Victoria Eugenia Henao Vallejo, La Tata, con quien se casó cuando ésta tenía quince años en 1976. De dicha unión nacieron sus dos únicos hijos: Juan Pablo Escobar Henao el 24 de febrero de 1977 y Manuela Escobar Henao el 24 de mayo de 1984. Gloria Gaviria Flores, quien fue su prima consentida, fue la madrina de la boda junto con Carlos Fersch, el mejor amigo del Cartel del Sur. Ella manifiesta que: “Pablo mucho antes de morir me decía que quería que su hijo y el mío deberían ser los dueños del imperio, puesto que él no quería que su imperio acabara”. Gloria en la actualidad vive en Bogotá y paga casa por cárcel, la patria potestad de su hijo menor la tiene su abuela, lo último que se supo del joven es que vive en Antioquia, Colombia junto a su abuela. Los hijos del capo, Juan Pablo y Manuela Escobar Henao, después de la muerte de Escobar salieron del país, pero fueron devueltos en cuanto pisaron España, corriendo con la misma suerte en Alemania. Finalmente se instalaron en Buenos Aires, donde tuvieron varios problemas legales que después lograron resolver. Por razones de seguridad, y para alejar el estigma de tener el apellido de Escobar, sus nombres y apellidos fueron cambiados por las autoridades colombianas antes de que salieran de ese país. Así, Victoria pasó a llamarse María Isabel Santos Caballero, Juan Pablo es ahora Juan Sebastián Marroquín Santos y Manuela se llama Juana Manuela Marroquín Santos, identidades que fueron recientemente reveladas por su propia voluntad.
El 11 de diciembre de 2009, su hijo Juan Pablo presentó el documental biográfico Pecados de mi padre, en el que pide perdón a las familias víctimas de la violencia del narcotráfico.11

El 8 de noviembre de 2006, un día después de la muerte de su madre Hermilda, el cadáver de Escobar fue exhumado por orden de Nicolás Escobar, sobrino de Pablo e hijo de Roberto Escobar Gaviria, alias El Osito. Sebastián Marroquín acusó a su primo de haber vendido las imágenes de la exhumación a la televisión (éstas fueron transmitidas en directo 12) y de lucrarse con la memoria del capo. La disputa familiar se hizo más profunda tras conocerse que Nicolás se quedó con tres dientes y un pedazo del bigote que aún quedaba en la osamenta, aunque él alega que las conservó para realizar pruebas de ADN que resolverían los reclamos de paternidad de dos supuestos hijos del narcotraficante.

Cómo era Pablo Escobar, El narco más temido del mundo


Se cumplen 20 años de la muerte del emperador de las drogas, que amasó una de las fortunas más grandes del planeta a fuerza de miles de asesinatos y atentados
Crédito: AP
Pablo Emilio Escobar Gaviria nació el 1 de diciembre de 1949 en la ciudad de Rionegro del departamento de Antioquia, Colombia.
Desde el comienzo, la persona que más lo marcó fue Hermilda Gaviria Berrío, su madre. Si bien vivía también con su padre, Abel de Jesús Escobar Echeverri, éste tuvo un rol pasivo en su niñez.
“Su madre era la figura dominante del hogar. Era sobreprotectora, lo cuidaba y lo consentía. Pero sobre todo, le repetía permanentemente que él tenía que saber hacer bien las cosas. Aunque fueran malas, debía saber cómo hacerlas bien”, cuenta, en diálogo conInfobae, el criminólogo Germán Antía Montoya, decano de la Facultad de Ciencias Forenses del Tecnológico de Antioquia y estudioso de la vida de Pablo Escobar.
Todos los testimonios de quienes lo tuvieron como compañero en la escuela destacan su liderazgo y su capacidad para hacer negocios, que iban desde el armado de rifas hasta la venta de exámenes. No tuvo dificultades para terminar el bachillerato y estuvo a punto de hacer una carrera universitaria en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín. Pero su avidez por el dinero rápido pudieron más.
No se puede entender a Escobar sin inscribirlo en el período histórico en el que vivió. “Hay que pensarlo en el marco de las circunstancias sociales que existían en la Medellín de los ’70. Fue una época marcada por la caída de un modelo económico basado en la industria textil, lo que repercutió en el aumento del desempleo y el desplazamiento de la población rural a las ciudades”, dice el criminólogo.
“Un montón de chicos se empezaron a asentar en la periferia de la ciudad, en zonas caracterizadas por la ausencia cualitativa y cuantitativa del Estado. En ese contexto se empezó a imponer el paradigma de que se podía hacer dinero fácil. Pero no sólo entre los sectores marginales, sino en toda la sociedad”, agrega.
Escobar, que era hijo de un ganadero y de una maestra rural, estaba lejos de pertenecer a los sectores más postergados. Sin embargo, tejió una relación muy particular con ellos y desarrolló cierta identificación cuando, siendo joven, su familia comenzó a tener dificultades económicas.
“Su primera actividad criminal -continúa Antía- fue robar lápidas en los cementerios. Luego empezó a dedicarse al hurto de vehículos y autopartes”.
Su habilidad para las relaciones sociales le permitió empezar a trabajar como asesino a sueldo para Alfredo Gómez López, conocido como El Padrino, que era uno de los mayores contrabandistas de Colombia. Esto le abrió nuevas puertas y le permitió ingresar al negocio de la droga a través del tráfico de marihuana a Estados Unidos.
Su conversión en el zar del narcotráfico
En la década del ’70 comenzó a participar del tráfico internacional de cocaína, trayendo la coca desde Ecuador y Perú para luego procesarla y venderla a Estados Unidos. Hasta que en 1976 se asoció con otros narcos como Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y los hermanos Ochoa, y fundó el Cartel de Medellín.
En muy poco tiempo, el grupo logró controlar el cultivo, el procesamiento de la coca, el transporte con camiones, aviones y pistas clandestinas, y el comercio del producto en Medellín, y desde ahí hacia Estados Unidos. Se estima que el cartel llegó a vender el 80% de la cocaína consumida allí.
“La gente suele decir que era muy inteligente -dice Antía-, pero no. Tenía una mentalidad perversa y lo que más llamaba la atención era la gran memoria que tenía. Podía recordar todas las rutas que tenía sobre el Caribe para llevar droga a Estados Unidos. También conocía perfectamente a todos sus pilotos, y la frecuencia con la que realizaban sus itinerarios”.
Una de las claves en la consolidación de su imperio criminal fue su habilidad para manejar información. Para saber antes que nadie todo lo que acontecía en Medellín, Escobar fue construyendo una amplia red de informantes.
“Tenía un círculo de choferes de taxis, remises y colectivos que le reportaban desde las terminales de transporte quiénes llegaban a la ciudad y en qué hoteles se hospedaban. En muchos casos, los que venían de Cali (donde funcionaba el principal cartel rival) eran asesinados gracias a esa actividad de seguimiento que le permitían los choferes”, cuenta Antía.
Otra muestra de la claridad que tenía para comprender cómo llevar adelante su empresa criminal es su relación con las drogas. Si bien algunos testimonios certifican que consumía marihuana, se sabe que era plenamente consciente de los efectos destructivos de la cocaína que vendía.
“Pudo haber utilizado algunas sustancias en su época de juventud , pero no tomaba drogas adictivas, solo las traficaba. Tenia claros los efectos que podía producir sobre él y sobre su familia. De hecho, tampoco permitía que se drogaran sus lugartenientes, que hacían fiestas y bebían, pero no podían consumir droga”, cuenta el investigador.
Su ambición era tan grande que no sólo quería ser uno de los hombres más poderosos del país por el manejo de la economía ilegal, sino que además aspiraba a ser un recocido líder político. En un comienzo su estrategia dio resultado y llegó a ser electo diputado en 1982.
Pero las denuncias que comenzaron a hacer algunos periodistas, particularmente desde El Espectador, de sus vínculos con el narcotráfico desbarataron su plan y lo hicieron abandonar la carrera política. Escobar no perdonaría el daño causado a su imagen por el periódico y no dudaría en vengarse.
El crecimiento irrefrenable de sus negocios con el narcotráfico durante toda la década del ’80 le permitieron alcanzar la mayor fortuna del país, que según distintas estimaciones oscilabaentre los 8.000 y los 25.000 millones de dólares. Incluso llegó a ocupar un lugar en larevista Forbes como el séptimo hombre más rico del mundo.
El máximo emblema de la opulencia con la que vivía era la Hacienda Nápoles, una de las más grandes del país. Funcionaba como su hogar y como su centro de operaciones durante la mayor parte del año.
Además de los lujos más extravagantes, la hacienda albergaba a más de 200 especies de animales exóticos, como hipopótamos, jirafas, elefantes, cebras y avestruces.
La consolidación de un imperio del terror
Escobar construyó su imperio a partir del terror. Cuando alguna persona, sin importar si era pública o privada, lo incomodaba o podía llegar a comprometerlo de alguna manera, no dudaba en mandarla a matar.
Ese terror que infundía no era sólo para sus enemigos. Lo usaba también como herramienta de disciplinamiento para sus propios subalternos y asociados.
“Cuando alguna persona que pertenecía a un cartel enemigo iba a contarle sus actividades y a ofrecerle sus servicios, él la escuchaba y luego la ejecutaba. Estaba convencido de que si era capaz de delatar a sus jefes anteriores, podía delatarlo a él también”, cuenta Antía.
Tan grande era su impunidad que asesinó a numerosos referentes de importancia en la lucha contra el narcotráfico, como Bernardo Jaramillo OssaLuis Carlos Galán y Carlos Pizarro Leongómez, candidatos a presidente para las elecciones de 1990; Enrique Low MurtraRodrigo Lara Bonilla, ministros de Justicia; y el comandante de la Policía de Antioquia,Valdemar Franklin Quintero. Además de Guillermo Cano, histórico director de El Espectador, el periódico que más denunció sus delitos. También se deshizo de cientos de jueces, fiscales y policías que pretendieron investigarlo.
“En Medellín llegaron a ser asesinados mil policías por año -continúa Antía-. En su perversión no le importaba nada. Podía poner una bomba en un colegio o en una autopista. Eso le permitió infundir un terror tal que el Fiscal General de la Nación no se podía acercar a Medellín, y si lo hacía tenía que ser con vehículos blindados”.
Según las autoridades, Escobar fue responsable directo o indirecto de unos 10.000 asesinatos a lo largo de su vida. Muchos de ellos fueron por encargo, pero otros el resultado de salvajes atentados terroristas. Se calcula que en sus más de 250 ataques con bombasmurieron más de 1.000 civiles.
El ejemplo más gráfico de su extrema frialdad lo dio el 27 de noviembre de 1989, cuando en plena guerra contra el Estado quiso dar un mensaje asesinando al candidato presidencial César Gaviria. Destruyó con una bomba un avión de Avianca en el que creía que viajaba Gaviria. El político decidió a último momento no tomar el vuelo, pero murieron las 110 personas que sí lo abordaron.
“Otra de sus estrategias -dice Antía- era utilizar como sicarios a menores de edad, ya que en ese momento la legislación no establecía penas para ellos. Con él los jóvenes entraron al mundo del delito“.
Según informes de inteligencia de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá revelados por El Espectador, Escobar llegó a controlar 25 organizaciones armadas de jóvenes que operaban como sus ejércitos privados.
Pero la mejor manera de comprender el impacto que tuvo Escobar sobre la sociedad colombiana es ver la evolución de la tasa de asesinatos durante su apogeo. “En Medellín llegaron a producirse 450 homicidios cada 100.000 habitantes, lo que quiere decir quepor año morían asesinadas hasta 4 mil personas por año. Tras la muerte de Escobar, esas tasas empezaron a caer considerablemente”, explica el criminólogo.
El feroz asesino que era hombre de familia y benefactor
Escobar tenía una personalidad partida en dos. Su despiadada frialdad en el manejo de los negocios contradecía con el cariño y cuidado con los que trataba a su familia, y con su trabajo como benefactor de los pobres en Medellín.
“Tenía una fundación que iba a barrios periféricos que en los años ’70 y ’80 carecían de servicios públicos esenciales y repartía dinero, hacía baños, regalaba electrodomésticos. La gente veía que hacia caridad, entonces empezaron a considerarlo como un benefactor y rezaban por el, para que fuera protegido. Esto contribuyó a generar su propio mito”, cuenta Antía.
Su obra más recordada es “Medellín sin tugurios”, un barrio entero que construyó informalmente para los pobres de la ciudad. Es popularmente conocido como el barrio “Pablo Escobar”.
Lo cierto es que más allá de los buenos deseos que pudiera tener por los sectores populares,su obra benéfica le resultaba absolutamente funcional para reclutar jóvenes como asesinos baratos.
Pero donde sí podía verse un contraste muy fuerte con lo que era como narcotraficante era en el trato con su familia. “Uno podría interpretar que una parte suya estaba exclusivamente dedicada a la actividad criminal, y otra exclusivamente centrada en su familia. Él no quería que ella tuviera participación alguna en el delito y en la droga”, dice Antía.
“Cuando sus lugartenientes veían que estaba muy agresivo y temían que los hiciera asesinar, sabían que para contenerlo debían llevarle a sus hijos. Así se volvía otra persona, y la ira desaparecía”, agrega.
Escobar se casó con Victoria Eugenia Henao Vallejo en 1976, cuando ella tenía apenas 15 años. Fue la mujer que lo acompañó toda su vida y la madre de sus dos hijos: Juan Pablo, nacido el 24 de febrero de 1977, y Manuela, el 24 de mayo de 1984.


La debilidad que sentía por ellos fue una de las causas que desencadenaron su muerte, ya que fue interceptando comunicaciones mantenidas con su hijo que las fuerzas de seguridad lo encontraron (ver mañana en Infobae “La increíble historia de la caída de Pablo Escobar”).

El edificio Mónaco: el búnker de Pablo Escobar.






El rey de la cocaína vivía en un exclusivo barrio de Medellín. El edificio de 8.000 metros cuadrados albergaba al jefe narco a su esposa, sus dos hijos, y a un grupo de colaboradores cercanos y sicarios.

En Colombia hay quienes creen que Pablo Emilio Escobar Gaviria está vivo. Hay otros que dicen que es el muerto más visitado del país, y
 como si fuese un prócer, le llevan claveles rojos, blancos y amarillos, además de cartas y pedidos a su tumba en el cementerio Monte Sacro de Medellín.
Están los que creen que es un santo, entonces le rezan y le prenden velas. Otros, muchos, muchísimos, cada vez que lo nombran sienten asco. Otros, muchos, muchísimos, prefieren no hablar, ni siquiera se atreven a mencionar su nombre aun le tienen pánico. Hace veintiún años que asesinaron al Rey de la cocaína, sin embargo la figura del “Patrón” continúa omnipresente en las calles de Medellín.
El Edificio Mónaco, ubicado en el exclusivo barrio Santa María de Los Ángeles, fue unos de los bunkers que el capo narco construyó en Medellín. En la torre de ocho pisos vivía su familia: María Victoria Henao, su esposa, y sus dos hijos, Juan Pablo y Manuela, además de los colaboradores más cercanos. Como todo lo que giró en torno a la historia de Pablo Escobar, el Mónaco se convirtió en un centro turístico. hasta allí llegan cientos de personas a sacarse fotos.
La piscina era un espejo de agua. Rodeada de altísimas palmeras Cunnighamiana Seafortia, esa especie tan característica de Miami. Al costado de la pileta, se levantaba la cancha de básquet. Pintada de verde inglés y delimitado con una precisión profesional, Pablo Emilio Escobar Gaviria cuando podía, ensayaba unos tiros al aro. En el fondo, sobresalía la imponente antena parabólica un adelanto tecnológico para la época. Además, atesoraba su colección de cuarenta autos, entre ellos una limousina Mercedes Benz y varias obras de arte.
Entrar al Mónaco genera ansiedad y una sensación de estar haciendo algo prohibido: como cuando de niña le revisaba el cajón secreto a mi hermano.
Hasta 2010 funcionó la Dirección Administrativa y Financiera de la Fiscalía Seccional Antioquia. Setenta empleados trabajan dentro de esos 8000 metros cuadrados.
 Ahora en turnos rotativos, el Mónaco es custodiado por un cabo de la Policía Nacional. Pero está deshabitado y abandonado.
Entonces, el verde de la cancha es marrón verdoso y está cubierto por un manto de hojas secas y de yuyos que aprovecharon las ranuras que dejó el cemento y brotaron. Dentro de la pileta, sobre el agua podrida, flotan jirones de hojarasca de las palmeras. Con el paso del tiempo el óxido avanzó hasta carcomer los fierros.
Está prohibido ingresar. Para hacerlo hay que tener suerte. Eso pasó y la reja blanca se abrió lo justo y necesario para que entrara mi cuerpo de costado. La maniobra tiene que ser rápida: si algún vecino sospecha que dentro del Mónaco hay extraños llamará al cuartel y en un par de segundos habrá que salir. Disponemos de diez, o quince minutos. Entonces comienza una carrera desenfrenada, como si en un supermercado sonara una chicharra y anunciaran “llevate todo lo que quieras en quince minutos”.
La rampa de baldosones blancos lleva al pallier del edificio. Impacta la estatua de hierro, de unos diez metros de largo, empotrada a la pared. Llamada “La Familia”, la obra es del artista colombiano Rodrigo Arenas Betancur. Por las ventanas de los baños se ve la majestuosa escultura. Es inevitable no imaginarse a Pablo Escobar mirándola mientras hacía pis. En el pallier hay dos ascensores con las puertas abiertas. No funcionan; los espejos de ambas cabinas tienen capas de tierra, en uno alguien escribió “Pablo vive”. Las paredes y techo están cubiertas de hollín, hay marcas de manos, como manotazos desesperados. También hay escombros, puertas rotas, escritorios de madera cubiertos de polvo.
Entrar al Mónaco genera ansiedad y una sensación de estar haciendo algo prohibido: como cuando de niña le revisaba el cajón secreto a mi hermano y mientras lo hacía miraba para atrás por miedo a que me descubrieran. A la vez genera unas ganas desenfrenadas de recorrer cada habitación. Agacharse al pasar por los ventanales por miedo a que algún vecino de un edificio contiguo vea movimientos extraños. Mientras avanzamos dentro del edificio es inevitable no recrear escenas: Pablo Escobar en una reunión con sus sicarios, Pablo Escobar anotando en su libreta el nombre de su próxima víctima, Pablo Escobar almorzando una bandeja paisa, jugando con sus hijos, teniendo sexo con su esposa.
Los ocho pisos tiene la misma disposición. En los pisos inferiores estaban los colaboradores y su grupo de sicarios. En un cuarto, apenas iluminado, hay una hoja blanca pegada a la pared con cinta adhesiva, con fibrón negro dice “SE HONESTO”. Para llegar a la sala de máquinas, hay que bajar a un subsuelo. Apenas se ilumina con la pantalla del celular. En los últimos dos pisos vivían la esposa y los dos hijos de Pablo Escobar. Allí cambia el aspecto, tiene toques de lujo como las escaleras de madera, los toques de mármol en el piso del baño. La habitación principal tiene los pisos con alfombra color marrón chocolate y un enorme ventanal con vista panorámica a la ciudad. Y una bóveda del tamaño de una pequeña habitación de 2,5 por tres metros.
Tiene una doble puerta metálica, la primera con clave de seguridad y la segunda con chapa. La terraza tiene vista a los cuatro puntos cardinales del Valle del Aburrá. Cada movimiento de Pablo Escobar tenía un por qué. El edificio Mónaco lo construyó justo enfrente del Club Campestre, ese selecto lugar al que no había podido acceder porque las autoridades lo consideraban persona no grata. Entonces, desde los ventanales de su cuarto miraba la piscina, las canchas de golf, tenis, squash y observada todos los movimientos de los socios que le habían prohibido su entrada.
El final de la recorrida termina en el garage. Una playa de estacionamiento como si fuese la de un shopping. Allí Pablo Emilio Escobar Gaviria guardaba su flota de autos y motos. Y también allí estaban los calabozos. Celdas pequeñas. Es inevitable recrear escenas. Hace frío. Mucho.
El atentado: 70 kilos de dinamita
El Mónaco fue escenario del primer atentado que sufrió Pablo Escobar. La madrugada del 13 de enero de 1988, tres hombres estacionaron un auto en la puerta del edificio. Con la agilidad de un gato escaparon corriendo. Cuando los custodios de Pablo Escobar se acercaron al coche los 70 kilos de dinamita explotaron. Una de las hipótesis le atribuyó el atentado al Cartel de Cali. Escobar no se encontraba en el momento del estallido, se había ido antes del amanecer acompañado por sus colaboradores.
Dentro del Mónaco sólo estaban su esposa, sus dos hijos, y cuatro empleados. A Manuela, la hija menor, se le cayó una viga sobre su cuerpo y le afectó la audición de uno de sus oídos. El atentado causó destrozos a diez cuadras a la redonda. Tres personas murieron y varias resultaron heridas. “Medellín despertó como Beirut” y “Sería vendetta entre narcotraficantes”, fueron los titulares de los principales diarios. Los vecinos del barrio Santa María de Los Ángeles no sabían que en esa torre de hormigón vivía el criminal más temido de la historia colombiana.

En 1999 el gobierno de Colombia ganó una batalla judicial a los herederos del palacio y logró expropiar el edificio.